jueves, 3 de noviembre de 2011

Salió en un ¨ojo de la cara¨ recordar a familiares en panteones

Arreglos florales de hasta 400, 500 pesos y más deterioraron la economía

Por Antonio Franco
Reynosa, Tam.- La tradición de visitar y recordar a los familiares a los panteones salió ahora más que nunca en un ¨ojo de la cara¨. Y es que un simple ramo de flores, el más pequeño, tuvo un costo de entre 30 y 50 pesos, el más barato, aunque a decir verdad se veía muy raquítico, y estacionar el vehículo en el estacionamiento del Parque Adolfo López Mateos fue con una tarifa de 30 pesos, y los arreglos florales naturales más caros salieron entre los 300, 400, 500 pesos y hasta más caros.

¨Hay de todos los precios, pásele, pásele¨, ¨lleve sus ramos de flores¨, ¨aquí están las mejores flores¨, se oía con insistencia una y otra vez al recorrer los locales de los establecimientos del Mercado de la Flor, y los locales de los comerciantes ambulantes, en competencia por la época.

Flores de cempasúchil y mano de león las hubo en abundancia y todos lados, también hubo de otras variedades, adentro y afuera del mercado ¨Ernesto Gómez Lira¨, hasta en el área de las vías, al sur de la calle peatonal Hidalgo en el centro de la ciudad. Sin embargo la mayoría de la oferta se concentró como cada año en el área cercana a los panteones de la avenida Hidalgo, en donde cualquier área es buena para vender en esta temporada.

Hasta en el área de estacionamiento por la calle Elías Piña, frente al puente Broncos, se instalaron los comerciantes ambulantes, con el permiso de las autoridades, algunos se instalaron afuera del local del Salón de la Fama de los beisbolistas, con flores naturales y artificiales, y otros un poco más adelante, cerca del parque, la mayoría de los ambulantes foráneos se colocó frente a los locatarios, en la lateral de la avenida Hidalgo, con el permiso de las autoridades, quejándose los locatarios de la competencia desleal.

Pocas fueron las ventas a decir de los comerciantes establecidos, quienes reiteraron una y otra vez que no han subido los precios, tal y como lo dijo la presidenta de los locatarios del Mercado de la Flor, Gloria Ernestina Ramos González, quien se quejó hasta el cansancio de los ambulantes ¨piratas¨ quienes –dijo- se llevan todo el dinero de las ventas, y ¨aquí no llega nada¨.

Los ramos de flores menos costosos se ofrecían adentro y afuera a 30 y 50 pesos, pero había ramos mucho más caros, los arreglos florales iban desde 100 pesos, 150 pesos, 250 pesos los más presentables, y los más caros de hasta 300, 400, 500 pesos y más, con flores naturales y flores artificiales, según las necesidades del cliente.

Aunado a lo costoso de las flores, si los visitantes a los panteones llegaron a tener sed o hambre, les salió más caro el recorrido, exhibiéndose en los locales, establecimientos y triciclos de los ambulantes tacos, pan de muerto, helados, agua fresca, camarón ¨fresco¨, churros rellenos de cajeta o de fresa, platano ¨macho¨ y hasta comidas corridas a gusto del cliente, lo que deterioró más la pobre economía de las familias, quienes pese a que sí hubo consumo de estos y otros alimentos, en la mayoría de las ocasiones de abstuvieron y se concretaron a la compra de flores, ésto por falta de dinero suficiente para comer, porque el dinero ya no alcanza para nada.

Con todo y no obstante la crisis generalizada persiste el folklore de los mexicanos en el sentido visitar y observar al menos todo lo que ofrecen los comerciantes de los distintos giros, de conservar la tradición, pero sobre todo y ante todo recordar y honrar a nuestros seres queridos en esta época, colocando altares de muertos en los hogares, visitando las tubas de los seres queridos, acordándose las familias de cómo eran los bis abuelos (as) , abuelos (as), tíos y demás personas eran en vida, qué les gustaba, contando incluso las anécdotas o las frases que decían con más frecuencia, aunque a veces broten las lagrimas por la mejilla o surjan comentarios discretos de cuando estaban en vida y hacían reír a sus familiares, dándoles consejos que en la mayoría de los casos entraban por un oído y salían por el otro, recapacitando ahora que lo que decían era cierto.